Con la fecha de publicación de «El viaje de Tori» acercándose, estoy entrando en el mundillo de los grupos de escritores y lectores. En muchos casos surge la duda ¿Cómo escribís vosotros?
Cómo escribir un libro en un mes (o casi)
Con la fecha de publicación de «El viaje de Tori» acercándose, estoy entrando en el mundillo de los grupos de escritores y lectores. En muchos casos surge la duda ¿Cómo escribís vosotros?
Yo he encontrado mi forma. Al provenir del mundo audiovisual, he leído siempre manuales de escritura de guión, que te enseñan cómo dividir una película en escenas. 40 para ser exactos, con puntos de giro en la escena 10 y la escena 30 y un punto de bisagra en la escena 20, lo que me llevó a pensar: ¿Y si aplico esa estructura a una novela?
Sería fácil, 40 capítulos de entre 5 y 8 páginas cada uno hacen una novela de alrededor de 300 páginas. Siempre me ha gustado esta estructura, de muchos capítulos cortos con pequeños cliffhangers al final de cada uno de ellos, puesto que todavía recuerdo la sensación de coger entre mis manos «El código da Vinci» de Dan Brown a las 4 de la tarde y soltarlo, terminado, a las 2 de la mañana. No os lancéis al cuello todavía, «el código da Vinci», en cuanto a estructura, es una genialidad, en el sentido de transportar el lenguaje cinematográfico al que estamos acostumbrados tras tantos años yendo al cine a una novela con una trama subyacente muy original.
De todas formas, este concepto no es nuevo. Existen desde hace mucho tiempo los llamados escritores «de mapa» y los escritores «de brújula». Los escritores de brújula pillan el folio en blanco y empiezan a teclear, a fluir. La creatividad se les sale por las orejas. Yo sería incapaz de hacer algo así, principalmente, porque soy un procrastinador nato.
Por tanto, para dar vida a «El viaje de Tori» lo que hice fue hacer una estructura (o mapa) de tarjetas usando celtx. En este primer paso definí los personajes, lo que iba a pasar en los puntos de giro y el final. A partir de ahí fui rellenando escenas hasta que salieron 44 tarjetas. Al acabar el libro añadí un capítulo más para aportar información extra de la relación entre dos personajes y sembrar otras relaciones para las dos siguientes partes de la trilogía.
Con la estructura de 44 capítulos y no siendo un escritor famoso que pueda retirarse a la montaña a escribir, tuve que esperar hasta el verano, en el que tengo jornada intensiva en el trabajo y todo es más relajado. Dedicaba las mañanas a mi monótono día a día en la oficina soñando despierto con el capítulo que, por la tarde, escribiría en un par de horas. 6 o 7 folios se escriben en un rato, es un objetivo asumible, y si ya tienes pensado cada uno de los capítulos, solo tienes que centrarte en cómo pasan las cosas, puesto que el qué pasa lo tienes planeado de antemano.
Y así, como una hormiguita, capítulo a capítulo; uno por día, fui dando forma a lo largo del verano a una aventura fantástica de la que estoy muy orgulloso. Y el verano que viene, que ya se acerca, empezaré a teclear la segunda parte más entusiasmado que con la primera.
El mapa ya lo tengo listo.
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