Filosofía oriental

A veces en la vida nos abrumamos por cosas que no deberíamos.

Este proverbio chino ancestral guía mis pasos desde hace varios años. Recito:

“Si un problema tiene solución: ¿de qué te preocupas? Y si no tiene solución: ¿de qué te preocupas?”

Hay que abstraerse un poco para llegar a conclusiones interesantes en esta frase, que encierra más de lo que parece a primera vista.

La primera parte está clara, ¿no? Si ya ha has encontrado la solución a un problema no tiene por qué ocupar más espacio en tu cabeza del que ya ha pasado, simplemente tienes que pasar a la acción y aplicarla. A lo mejor ese paso es más complejo que la búsqueda de la solución al problema en sí, pero de eso nos ocuparemos luego. ¿Por qué? porque eso es un problema de tu yo futuro, no de la persona que se está encargando de solucionar el problema ahora mismo.

Vamos a darle un punto de vista informático al asunto.

Un programa cualquiera, desde la calculadora del móvil hasta toda la plataforma de Instagram al completo, se compone de subprogramas, de manera que cuando estás creando este programa al principio ves a modo de amplio espectro todo lo que necesitas.

Supongamos que estamos creando el juego de un fontanero gordo que salta por tuberías en busca de una princesa. Hagamos un viaje por el primer nivel completo del juego. Lo primero que obtenemos es una pantalla enorme que nos hace elegir si queremos jugar solos o acompañados. Ahí tenemos el primer subprograma: “Pantalla de inicio”. Una vez que cargamos la opción que queremos entramos en el suprograma “Juego” que a su vez tiene varios suprogramas: El protagonista, los enemigos, el fondo, la música, el contador de vidas…

Cuando creamos el programa completo simplemente hacemos un árbol tal que así.

Cada cuadro es un problema en el que sabemos lo que entra, sabemos lo que sale, pero no sabemos cómo lo hace hasta que nos pongamos con él, pero nos sirve para no empezar de cero todo el proceso. Este tipo de abstracción nos libera la mente para no tener que preocuparnos de tooooodo el juego completo y nos permite centrarnos en un solo problema a la vez. Si piensas en solucionar el programa completo en una sola línea de pensamiento las opciones y las colisiones son tan grandes que resulta imposible abarcarlo todo.

¿Por qué en la vida hacemos eso? Subdividamos los problemas y nuestro proverbio chino funcionará como un guante.

Porque ahora llega la segunda parte: Si un problema no tiene solución ¿de qué te preocupas?

Aquí está el gran meollo del asunto.

¿Por qué debemos preocuparnos por algo que está fuera de nuestro control o de nuestra responsabilidad?

Si ese subprograma corresponde a otro departamento ¿por qué he de hacerlo mío? ¿Por qué hacemos esto todos los días de nuestra vida con todas las cosas?

Te lo digo en un minuto, porque no estás aplicando bien la teoría del sudapollismo.

Si delegamos los problemas que no son nuestros a la persona responsable o si fluimos con ellos mismos estos inconvenientes van a seguir ahí, pero en el camino vamos a ser menos infelices. Esa es la base del sudapollismo. Fluir, delegar y unos huevos fresquitos.