La inmediatez de la autopublicación

Cuando publicas un libro existirán errores. Es inevitable.

Cuando publicas un libro existirán errores. Es inevitable.

Por muchos ojos que estén encima de la publicación siempre habrá algún pequeño detallito que se te pasará por alto, a ti o al corrector.

Una de las cosas buenas que tiene autopublicarse es que puedes corregir esos errores sin que apenas se note. Si hubiera publicado «El viaje de Tori: SEPON» con una editorial habría imprimido ya miles (qué iluso) de ejemplares y hasta que no se vendieran, no hay forma humana de modificar ningún error. Te lo tienes que comer para siempre.

En cambio, al haberlo autopublicado con Amazon, tienes la libertad de modificar el PDF del libro impreso o la portada prácticamente al vuelo.

En mi caso era una modificación un tanto prosaica: al haber elegido el nombre de la región como identificación de cada uno de los libros de la saga, para alguien no iniciado o que no sabe nada de Tori y sus aventuras es difícil saber cuál es la primera parte y cuál la segunda. Es lógico. Y es humano no haberlo pensado antes. Una decisión artística te puede acarrear un comentario negativo y un comentario negativo es muerte.

Es por ello que, con una pequeña modificación en las portadas de los dos libros, me he ahorrado de dar muchas explicaciones antes, o lo que es peor, después.

Lo único que amazon no te deja modificar es el título; ahí sí que me hubiera gustado añadir el número de cada volumen, pero bien es cierto que queda más limpio tal y como está puesto en este momento.

¿Qué problema puede tener ostentar este poder? Nunca dar por terminado el libro. Al menos a nivel de edición. Ahora mismo me encuentro cambiando medio punto el tamaño de letra y aumentándole medio centímetro a los márgenes para que me quede exactamente el mismo número de páginas… y no paro de subir versión tras versión y comprobarla con el previsualizador.

Es una ventaja y una condena.